Del Diario de Poemas de Stefan
Tristeza (en una tarde primorosa ó en una mañana diáfana)
“Es de esperar que sea pasajera
Esta falta de alegría que me embarga.
Es de esperar que se adormezca el odio
Y huya la pena que ensombrece mi alma.
Me angustia saber que tú no sabes,
Me espanta imaginar tu desencanto.
Hay en mí tanto lamento estéril,
Como vierte el cielo en el desierto agua.
Debió ser este momento otro,
Lleno de luz, pletórico de ansias.
Debió ser una tarde primorosa,
Quizá mejor una mañana diáfana.
Pero llego envuelto en una nube,
Que enturbia, tiñe, desdibuja, empaña.
Me quitó de mis horas, la elegida,
Y vestida de gris, casi en harapos,
Llega hasta mí, espectro taciturno,
Opaca, triste, vacilante, amarga”.
“Debió ser una tarde primorosa
Llena de luz, pletórica de ansias.
Iba a subir corriendo esa escalera
E inclinado ante ti, besándote la mano
Viajaría al fondo de tus ojos
A encontrar mi lugar, y allí quedarme.
Imaginé el más radiante de los días,
Por tu sola presencia iluminada.
Soñé escuchar un canto delicioso,
Cuando tú mi nombre pronunciaras.
Debió ser una tarde primorosa
Acaso una mañana diáfana”.
“Es de esperar que sea pasajera
Esta falta de alegría que me embarga.
Es de esperar que se adormezca el odio
Y huya la pena que ensombrece mi alma.
Me angustia saber que tú no sabes,
Me espanta imaginar tu desencanto.
Hay en mí tanto lamento estéril,
Como vierte el cielo en el desierto agua.
Debió ser este momento otro,
Lleno de luz, pletórico de ansias.
Debió ser una tarde primorosa,
Quizá mejor una mañana diáfana.
Pero llego envuelto en una nube,
Que enturbia, tiñe, desdibuja, empaña.
Me quitó de mis horas, la elegida,
Y vestida de gris, casi en harapos,
Llega hasta mí, espectro taciturno,
Opaca, triste, vacilante, amarga”.
“Debió ser una tarde primorosa
Llena de luz, pletórica de ansias.
Iba a subir corriendo esa escalera
E inclinado ante ti, besándote la mano
Viajaría al fondo de tus ojos
A encontrar mi lugar, y allí quedarme.
Imaginé el más radiante de los días,
Por tu sola presencia iluminada.
Soñé escuchar un canto delicioso,
Cuando tú mi nombre pronunciaras.
Debió ser una tarde primorosa
Acaso una mañana diáfana”.
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